jueves, 27 de agosto de 2009

Quien le teme al espantapajaros...en Queretaro.

Cultura

Reclutar niños para la guerra, implica a toda la sociedad: Maribel Carrasco

Presentará su obra “¿Quién teme a Espantapájaros?” en el Museo de la Ciudad.




miércoles 12 de agosto de 2009, actualizado Agosto 12, 2009

El drama de los niños combatientes obligados a participar en los conflictos que se libran en todo el mundo, es revelado en “¿Quién teme a Espantapájaros?”, obra de Maribel Carrasco dirigida por David Olguín, que el Instituto Queretano de la Cultura y las Artes presentará el lunes 17 de agosto a las 20:30 horas en el Museo de la Ciudad.

Apta para niños a partir de los doce años, la obra trata sobre un niño soldado, precisamente de doce años, que ha permanecido en la línea de combate desde los siete. Ha olvidado su verdadero nombre y su infancia. Despojado de sus lazos filiales y de su origen, la única realidad a la que puede aferrarse es la de sobrevivir en los límites de la guerra. La acción transcurre entre parajes reales y oníricos, dando forma a los fantasmas que pueblan su imaginario, sus silencios, su soledad, pero también revelando las emociones y los recuerdos que, de alguna manera, pueden salvarlo.



Maribel Carrasco, dramaturga que se ha especializado en escribir teatro para el público joven, dijo que el protagonista de esta historia bien puede ser africano, colombiano, ruso o mexicano, ya que el asunto del reclutamiento de menores en la guerra o su utilización en actos violentos o delictivos es, por desgracia, una práctica realizada en muchos países, incluyendo el nuestro.


"Es un tema delicado -subrayó-, fuerte, sin embargo, es un asunto que implica a la sociedad entera, no podemos decir que esto sólo sucede en África o en otros países y que a nosotros no nos atañe, pues desafortunadamente las guerras ya no sólo se libran en el frente de batalla, sino también dentro de las grandes ciudades donde debido a las problemáticas sociales, políticas y económicas, surgen grupos delictivos que utilizan a menores para realizar prácticas de violencia".


Informó que desde mucho tiempo atrás ha habido niños soldados, niños de la guerra, pero era un asunto borrado hasta que la ONU y los diferentes organismos dedicados a los Derechos Humanos, lo pusieron en la mesa de discusión dada su importancia y su incidencia en muchos países. "Si bien existen grandes y valiosísimos programas para contrarrestar esta problemática, e incluso la ONU ha declarado que la utilización de menores en conflictos armados es considerado como crimen de guerra, la incidencia de este hecho sigue estando presente y es aquí donde la sociedad toma un papel muy importante: no podemos acostumbrarnos a ver con mayor frecuencia a niños y jóvenes en la línea de combate, en actos de violencia o siendo utilizados por grupos delictivos, debatiéndose en futuros inciertos de los que de ninguna manera son responsables".


Esta convencida de que acercar este tema a la mirada de los jóvenes, es una manera de reflexionar y crear puentes de comunicación y diálogo con ellos y preguntó: ¿Qué sucede cuando a partir de un conflicto armado, un niño o un joven pierde no sólo sus derechos humanos, sino también su integridad, su salud, sus sueños y las expectativas de futuro? ¿A qué puede aferrarse en medio de la violencia? ¿Cómo volver la mirada a lo que alguna vez fue? ¿Cómo regresar al origen para volver a reencontrarse a sí mismo?


"La obra no plantea respuestas a estas preguntas -aclaró-, nuestra intención como artistas es crear puentes de comunicación entre lo que sucede en escena y lo que sucede al público, qué emociones surgen en su interior, qué contradicciones, qué planteamientos, cuál es su posición al respecto. Nuestro montaje busca reflejar todas esas preguntas que nosotros mismos nos hemos planteado y da pie a que cada espectador pueda buscar sus respuestas".


Maribel enfatizó que es una obra para que no olvidemos que existen niños arrancados de sus hogares; para recordar que cuando un niño no tiene un proyecto, una esperanza de vida construida o respaldada por su familia, aceptarán lo que sea como un acto de sobrevivencia. "La obra habla a los jóvenes, pero también tiene un mensaje implícito para los adultos, en el sentido de que la mejor manera de ayudar a resolver este problema es la educación, es decir, construir bases más sólidas a través de la educación, de esa manera podríamos reducir en mucho los niveles de violencia. Propongo a los jóvenes que la violencia no lleva a ningún lado y que en tiempos difíciles, el aferrarse a sus raíces y origen es fundamental", concluyó.


Diario Rotativo de Querétaro

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